CIBERCULTURA JUVENIL

"Ciberculturas juveniles: vida cotidiana, subjetividad y pertenencia entre los jóvenes ante el impacto de las nuevas tecnologías de la comunicación y la información", se destaca que la apertura que supone el mero acceso formal a la red no necesariamente alcanza para hablar de una democratización de la sociedad o incluso del acceso a la información. Con Internet se abren ciertos accesos, pero no se democratiza la sociedad ni la cultura. Para el autor, más allá de las conexiones, son los usos concretos y efectivos los que pueden llevar o no a mantener o profundizar las brechas que de hecho existen en el mundo real.
La pertenencia al universo hipertextual es compartida generacionalmente por los jóvenes (son "nativos digitales") en oposición a las generaciones anteriores, pero una vez superado ese primer dato, los usos que producen los jóvenes se alejan entre sí y dependen de las vicisitudes cotidianas propias del mundo de cada uno. Del trabajo se desprende la idea de que existen "verdaderas ciberculturas juveniles como ámbitos de encuentro virtual entre jóvenes que, a pesar de estar distantes en el espacio, intercambian información y datos sobre cuestiones de su interés, se relacionan entre sí con encuentros reales y posteriores, se comunican a diario a través del chat y los foros y, en ese conjunto de flujos diversos, forjan una imagen de sí mismos, de los grupos a los que pertenecen, tomando conciencia de la generación en la que se incluyen y el mundo que los rodea".
De acuerdo con el sociólogo, Internet tiene un impacto decisivo sobre el proceso de articulación de la subjetividad. En los últimos años y como consecuencia de complejos cambios económicos, sociales y culturales, la adolescencia sufre importantes transformaciones que la colocan en un terreno histórico inédito. Las redes sociales que antes se tejían en los clubes sociales y deportivos, en las plazas y las galerías a las que se concurría, en los locales de comida rápida o incluso en algunos lugares de encuentro nocturno, hoy en día se articulan principalmente con la ayuda de sitios como MySpace, Fotolog o Facebook. Los grupos de pares se abren a otros, muñidos de celulares, computadoras propias o alquiladas en cibercafés, para terminar luego en reuniones concretas y tangibles en lugares prefijados con anterioridad, de modo que la red virtual concluye en encuentros reales.
Las nuevas tecnologías comunicativas colocarían a los adolescentes, según Urresti, en una situación muy distinta a aquella de la que gozaron los de otras épocas. Por la circulación de contenidos, formación de audiencias de públicos y de usuarios se va abandonando la tendencia a la homogeneidad de las culturas juveniles de los orígenes para pasar a otra condición en permanente dirección a la heterogeneidad, la superposición y el cambio. Ante estos postulados, el lector podría preguntarse cuándo fueron homogéneas las culturas juveniles y si es tan inédito el terreno histórico por el que atraviesan hoy en día los jóvenes gracias a las tecnologías de información. Tal como señala Julia Fernández Jeansalle en el capítulo "Doble clic, Internet y jóvenes de clase media", la sociabilidad online es un tipo nuevo, complementario de otras formas de sociabilidad. O sea, es un tipo importante pero no el único.
Los artículos que resultan más interesantes del libro son justamente los que resaltan las continuidades en las relaciones sociales que acarrean los medios digitales -más que los que insistentemente buscan las rupturas- , no calificando a "las nuevas tecnologías" como un nuevo paradigma, sino como un cambio tecnológico con incidencia en la vida social. Pablo Vannini, en su capítulo titulado "La comunidad del siglo XXI. Grupos de usuarios de software libre", explica que la idea de "comunidad", por ejemplo, es resignificada a comienzos del siglo XXI por una comunidad que desarrolla su actividad fundamentalmente de manera virtual, pero que no por ello perdió algunas de las características que le son propias.
Un capítulo muy significativo es el de Laura Goszczynski, "Hacia los usos adolescentes del fotolog: vía ¿libre? para la presentación de sí". Ante la recurrente aparición mediática del tema floggers -a menudo con escaso conocimiento sobre el asunto-, Goszczynski realiza un anál isis esclarecedor acerca del fenómeno. En los flogs, los jóvenes recrean, fijan, exaltan, exhiben e inmortalizan su mundo compartido, sobre todo en aquellos momentos en que no cuentan con la presencia física de los otros. El flog funciona, especialmente para los adolescentes -personas cuya identidad se halla en proceso de construcción-, como una vía para manifestar la propia identidad y, a la vez, fijar una pertenencia grupal. Hacerla visible, escenificarla, es una forma de afirmarla y confirmarla, para sí mismo y para los demás. En tal sentido, la práctica del flogging parece ser un ritual de publicar rituales. El destinatario del flog por excelencia es el mismo grupo de pares. Cualquier otro que viera el blog online jugaría el mismo papel que los transeúntes respecto a un graffiti.
En la red funciona una suerte de "sistema de dones": se establecen nuevos compromisos, se genera una reciprocidad por la cual es común que si A establece un vínculo con el flog de B, B se vea obligado a hacer lo mismo con A. Los floggers parecen angustiarse si pasan días y nadie les hace ningún comentario. Se trata de decir, de aparecer, aunque nada haya que decir. En las comunicaciones telemáticas escribir es, de hecho, existir.
Para la autora, las prácticas actuales como la del flogging dan cuenta de que poco sentido tiene la separación virtual/real para analizar las prácticas cotidianas de los sujetos. Se trata de nuevos sistemas de producción de sentido, que hacen que resulte poco eficaz establecer ese tipo de distinciones entre la lectura de los indicios de la presentación de sí en los encuentros "cara a cara" y aquella que tiene lugar vía flog.
Ricardo Ferrari, en "Ni oral ni escrito: la sociabilidad del chat", indica que la dicotomía entre lo oral y lo escrito, que tiende a realizarse al analizar el universo del chat, debe ser superada. La forma de comunicación que caracteriza al chat trasciende tanto la oralidad como la escritura. Desde esta óptica es mucho más productivo pensar al género no como un "enriquecimiento" a ciertas formas de comunicación o "empobrecimiento" de otras, sino, en toda su complejidad y peculiaridad, como una "nueva" forma de comunicación con características propias.
Ferrari, desde su artículo, responde a quienes culpan al chat del empobrecido léxico de las generaciones jóvenes. "Valdría más buscar las razones en la decadencia del sistema educativo tradicional y las actuales condiciones socioeconómicas que aceleran la entrada de los jóvenes al mercado laboral informal". Asimismo, explica que si se quisiera sostener una crítica contra el uso del chat por el reducido nivel de recursos lingüísticos que demanda, "deberíamos, para ser ecuánimes, desestimar cualquier dibujo en una carta de amor adolescente por ser 'lingüísticamente pobre', en lugar de entenderlo como otra forma de expresión".
Una de las conclusiones del artículo coincide con una idea central compartida por varios de los más destacables autores de este trabajo. "La realidad humana ha estado siempre mediada por la tecnología, por lo tanto no puede sorprender que algunas representaciones y formas de intercambio actuales se resignifiquen a medida que la tecnología permite intercambios más fluidos e instantáneos".
Las preguntas centrales que motivaron el desarrollo de esta compilación son: ¿Qué hacen los jóvenes de distintos sectores sociales con las computadoras, los programas e internet?, ¿Cuáles son y qué características tienen los géneros discursivos hipertextuales que producen y reciben?, ¿Cómo se conforma la vida cotidiana de los jóvenes, la interacción y las comunidades que articulan entre el mundo real y el virtual?
La creciente presencia que adquieren las nuevas tecnologías de la comunicación promueven el desarrollo de investigaciones de carácter local que sirvan para dimensionar el impacto de las mismas en las nuevas generaciones, entendidas como verdaderas "ciberculturas juveniles", como ámbitos de encuentro virtual entre jóvenes, espacios de comunicación en los que se desarrollan formas de interrelación que crean entre sus participantes un espacio compartido para comunicarse y desarrollar actividades.
Estas tecnologías además de crecer geométricamente van ganando terreno al interferir en las transformaciones de procesos económicos, culturales y sociales desde las manifestaciones macroestructurales hasta las mínimas escenas de la vida social. Es en este contexto donde las nuevas generaciones reciben esta influencia y la adoptan como propia. Más allá de las diferencias de clase, género o inscripción geográfica se vuelcan en la red generando múltiples conexiones entre grupos y redes de amistad. Internet se ha constituido en un ámbito de encuentro que se suma a aquellos en los cuales se construyen habitualmente el universo relacional de los jóvenes.
Internet altera la forma en que se ofrece la comunicación de masas, haciendo pesar especialmente el momento de la demanda; el receptor es cada vez más libre, puede interactuar directamente con otros receptores a la vez que gracias a las nuevas herramientas de producción puede generar contenidos y nuevas ofertas comunicacionales para los demás usuarios. Más allá de las diferencias de clase, género o inscripción geográfica, el vasto terreno de la vida social de los jóvenes se vuelca a la red generando posibilidades de conexión entre los grupos y las redes de amistad.
En la medida en que internet facilita la publicación de contenidos se gestan transformaciones de la intimidad que va articulando un espacio inédito para las generaciones anteriores, el de una galaxia comunicativa en la que lo público, lo privado y lo íntimo se entremezclan en la red. Las nuevas formas de comunidad de las llamadas redes sociales (MySpace, Fotolog o Facebook) que generan una pertenencia común que no encaja dentro de los mecanismos de agregación de las ciencias tradicionales y se perfila como una forma intermedia entre los concretos grupos de pertenencia y los distantes grupos de referencia, los grandes colectivos sociales que agrupan a la población en general.
Este desarrollo constante marca una tendencia creciente hacia la producción de contenidos y el desarrollo de aplicaciones por parte de los usuarios que han propiciado el surgimiento de nuevos regímenes de producción, consumo y circulación de contenidos, una tendencia marcada de la llamada web 2.0 con multitud de nuevas herramientas y programas que se suma a las nuevas formas de cooperación y sociabilidad que se generan en torno a los grupos que trabajan desde el software libre.
Es importante destacar que para el autor cada usuario se relacionará con internet de acuerdo a la estructura de competencias culturales, cognitivas y en la relevancia de su posición social. De esta manera se puede decir que mas allá de la velocidad y amplitud de conexión de los sectores poblacionales son los usos concretos y efectivos de estas herramientas los que pueden mantener o profundizar las brechas que existen en el mundo real. El acceso no alcanza para hablar de una democratización de la sociedad o incluso de acceso a la información. "Jóvenes de distintas clases sociales acceden sin dudas a la computadora, los programas y la red de redes, pero el tipo de acceso que tienen, los recursos informáticos y cognitivos que utilizan y las formas de navegación o de comunicación por las que se deciden, describen universos tan disímiles que prácticamente no tienen contacto entre sí" señala M. Urresti.
Es en el uso de los programas e internet desde el punto de vista de los usuarios donde se intentan descubrir los sentidos y la importancia que les otorgan los jóvenes, el grupo de los que se han socializado en un mundo informatizado (Los llamados "nativos digitales") desde los sectores medios de la población, pasando por el uso que realizan los jóvenes de los sectores populares y las practicas que realizan en los espacios comunes que consolidan su pertenecía "la calle", "la esquina" y "el ciber" como un nuevo espacio de socialización.

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